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Declaración de Fe y la Sana Doctrina

No cabe la menor duda que hay temas que son triviales en la Biblia, pero hay otros que no son negociables. Estos conforman lo que se conoce como la sana doctrina, la cual es el conjunto de verdades y doctrinas bíblicas que son consistentes con la suma de la verdad y que demuestran el carácter de Dios desde Génesis hasta Apocalipsis.


La Gloria de Dios y su naturaleza


Las Escrituras y la Iglesia testifican que Dios es Uno y Trino a la vez. La narración bíblica revela y testifica que hay un solo Dios y que existe eternamente en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.


1. Dios el Padre - Dios el Padre es el Creador, Sustentador y Juez de todas las cosas, y Él creó todas las cosas, visibles e invisibles. Él creó al hombre a Su propia imagen para la comunión y para satisfacer los deseos de Su corazón y ahora está llamando a cada hombre a regresar a Sí mismo a través de Cristo después de la caída del hombre. La esencia del discipulado es restaurar la gloria de Dios en los redimidos para el testimonio de quién es Él.


2. El Hijo - Jesucristo es Dios. Él ha estado junto al Padre y el Espíritu Santo desde el principio, y por Él fueron hechas todas las cosas. Para la redención del hombre, Jesús dejó el cielo y se hizo carne por el Espíritu Santo y nació de la virgen María. La Biblia presenta a Cristo con dos naturalezas: Divina y humana. Creemos que el espíritu de la Palabra es el testimonio de Cristo.


3. El Espíritu Santo - El Espíritu Santo es Dios, Señor y dador de vida, activo en el Antiguo Testamento y dado a la Iglesia en plenitud en el día de Pentecostés. Él capacita a los discípulos para que se comprometan con la misión de Dios, limpia al hombre de la vieja naturaleza y nos conforma a la imagen de Cristo. El bautismo en el Espíritu Santo, posterior a la conversión, libera la plenitud del Espíritu y se evidencía en los frutos y dones del Espíritu Santo y el poder del testimonio del creyente del Cristo resucitado.


Las Escrituras


Afirmamos que la Biblia es la única Palabra de Dios infalible e inspirada, y cuya autoridad es suprema, absoluta y eterna. No se puede agregar, restar, ni reemplazar en ningún aspecto. La Biblia es la fuente de toda doctrina, instrucción, corrección y reprensión. Contiene todo lo que se necesita para guiar a la piedad y nos marca el camino del estilo de vida cristiana.


El Evangelio del Reino y la Salvación


Creemos que la Escritura declara claramente que la salvación es un don gratuito de Dios, basado en los méritos de la muerte de Jesucristo, y se apropia en el creyente a través de la fe bíblica-profética. Creemos que la salvación no puede entenderse fuera del contexto del Señorío de Jesús en la vida del discípulo. El énfasis de las Escrituras no es que alguien sea salvo para ir al cielo (aunque eso es parte del paquete), sino que somos salvos de los efectos del pecado, principalmente para manifestar la nueva vida de victoria a través del poder del Espíritu y experimentar la plenitud del Reino de Dios en el Espíritu. Las Escrituras presentan claramente el Evangelio del Reino, no el Evangelio de la Salvación. La salvación entra en vigor mediante el arrepentimiento personal, la fe en el Señor Jesús (justificación) y la convicción personal (aceptación) en Jesús como Señor y Salvador (regeneración). La nueva vida en Cristo incluye los privilegios de adopción y herencia en el reino del Hijo amado de Dios. La salvación es un acto de libre albedrío en respuesta al amor personal de Dios por la humanidad y la obra de Dios a través de Su Espíritu en cada persona que le responde. En ese contexto, creemos que es la voluntad de Dios que todos se arrepientan y lo conozcan. Su llamado encontrado en la totalidad del Evangelio del Reino está seguro en el compromiso eterno e inmutable de Dios, que no miente y está para siempre. Este llamado a la fe y al arrepentimiento debe producir un estilo de vida activo de obediencia amorosa, transformación guiada por el Espíritu y servicio centrado en los propósitos redentores de Dios.


La Nueva Vida en Cristo


Creemos que las Escrituras describen la vida del discípulo en este mundo como un equilibrio entre la obediencia que se da un hecho como hijos de Dios y lo que nos es dado por Gracia de acuerdo con nuestra fe y madurez. Por lo tanto, la provisión de Dios para sus hijos es absoluta y completa. Las promesas son definitivas y no caducan. A diferencia a la salvación, que sucede de un momento a otro, la causa fundamental de las deficiencias de un hijo de Dios y de la Iglesia, se deben a que la santificación es de naturaleza progresiva. La vida cristiana está llena de pruebas y guerras contra un enemigo espiritual. El discípulo está llamado a una liberación total de la condenación y la influencia del pecado para poder experimentar la plenitud del Reino de Dios en su vida. Para aquellos que permanecen en Cristo hasta su muerte o Su regreso, las promesas de bendición eterna en la presencia de Dios están aseguradas. Permanecer fiel a través de todas las circunstancias de la vida requiere que el discípulo camine en el Espíritu y busque continuamente la vida llena del Espíritu a través de la decisión personal de morir a los deseos y pasiones de la carne y tomando su cruz y siguiendo a Jesús a la misión.


La Iglesia


El objetivo de la Iglesia es hacer discípulos de todas las naciones, manifestar la multiforme sabiduría de Dios a los principados y potestades y presentar a los santos completos en Cristo. Nuestra filosofía es que el ministerio quíntuple de Efesios 4 gobierna la Iglesia. Lo hace por medio de equipar y pastorear a la Grey de Dios. Cualquier función u operación, que se manifiesta según la mezcla de dones, la unción y la experiencia del líder/discípulo, es una expresión común de la multiforme sabiduría de Dios. Y así, la Iglesia no se limita a la expresión de un grupo institucionalizado de creyentes, sino que puede emerger en una comunidad orgánica de discípulos que están proclamando y multiplicando la Gloria de Dios como lo vemos claramente en el libro de los Hechos. En última instancia, creemos que Dios delega autoridad que requiere estructura. En este contexto, la cultura de una iglesia local es un equilibrio entre la autoridad de la congregación y el de los ancianos también conocido como equipo de liderazgo o equipo pastoral. Todo esto debe de suceder sin dejar de enfatizar la autoridad del liderazgo del Espíritu Santo en la Iglesia. Es esencial para la vida de la Iglesia que se practiquen los patrones bíblicos de disciplina y que el liderazgo ejerza la supervisión de la disciplina de la comunidad, a nivel individual y corporativo, guardando la motivación inmaculada de presentarle a Cristo una virgen pura y de representar el carácter de Dios con integridad.


Bautismo y Cena del Señor


La Palabra de Dios ordena a la Iglesia dos ordenanzas dadas por el Señor Jesucristo y que son perpetuas hasta su Segunda Venida. La primera, el bautismo en agua, es la señal externa de lo que Dios ya ha hecho en el creyente y es un testimonio de que el todo de la persona ahora pertenece a Jesús. Manifiesta la identificación con Jesús en Su muerte, sepultura y resurrección. Debe hacerse en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. La Cena del Señor es una conmemoración de la muerte del Señor y se realiza en memoria de Él hasta que Él regrese; es una señal de nuestra participación en Él y Su Reino. Ambas instituciones están restringidas para los creyentes.


Segunda Venida de Jesús


Creemos en la segunda venida del Señor Jesucristo, la resurrección de los santos, el cumplimiento de la profecía de los últimos días y el juicio final. El juicio final determinará el estado eterno tanto de los santos como de los incrédulos. Afirmamos con la Biblia que habrá el Tribula de Cristo, este evento es único y exclusivo para los creyentes. Las recompensas y pérdidas de este evento serán determinadas por la forma en que cada discípulo corrió la carrera de Dios después de ser salvo.


 
 
 

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